viernes, 25 de marzo de 2022

LAS PROVINCIAS DE HISPANIA DURANTE EL IMPERIO ROMANO





EL COMERCIO TRIANGULAR ESCLAVISTA

 

Uno de los episodios más crueles y vergonzantes de la historia europea es el comercio de esclavos en la Edad Moderna, caracterizado en el llamado Comercio Triangular. Desde los inicios de la colonización del Nuevo Mundo la falta de mano de obra fue un hecho tras la drástica caída de la población indígena americana. Se recurrió a la importación de esclavos del África subsahariana.

Se calcula que unos diez millones de jóvenes africanos de ambos sexos y de raza negra llegaron a América como esclavos, sin contar con los que fallecían en la travesía –que eran muy numerosos- y las víctimas de las capturas en la propia África. La práctica comenzó en el siglo XVI, se desarrolló en el XVII y alcanzó su apogeo en el Siglo de las Luces. En este último periodo descendió el tráfico ibérico y aumentó el de la Europa noroccidental. A grandes rasgos se puede resumir en la siguiente dinámica:

1. Primer lado del triángulo: los barcos europeos viajaban a África. Allí comerciaban sus manufacturas -textiles, otras de naturaleza variada, y alcohol- con los caciques africanos, los cuales, previamente, habían capturado prisioneros de tribus enemigas en sus guerras locales.

2. Segundo lado del triángulo: viaje rumbo a las Américas. Con las bodegas cargadas - en condiciones de hacinamiento infrahumano- de cientos de personas como meros objetos, ponían proa a América. La mortalidad era muy alta en la travesía y llegaba un menguado número de supervivientes a su destino.

3. El tercer lado del triángulo: el retorno a Europa. Tras la venta de los esclavos a la oligarquía de las plantaciones, con sus beneficios retornaban a Europa las flotas, donde el ciclo volvía a empezar.

sábado, 10 de julio de 2021

EL GALEÓN DE MANILA Y EL COMERCIO DE ESPAÑA CON ASIA (1573-1815)

 

 
Tras el descubrimiento del océano Pacífico y la primera vuelta al mundo de Elcano, los españoles se afanaron por llegar a las islas Molucas y demostrar que estaban en el hemisferio que les correspondía por el Tratado de Tordesillas. Las expediciones a tal fin lograron llegar a Asia, pero tenían el problema del tornaviaje al estarles terminantemente prohibido usar la ruta portuguesa del Índico. El antaño marino y luego fraile guipuzcoano Andrés de Urdaneta intuyó que, si en el Atlántico Colón encontró una ruta de corrientes marinas más al norte del Caribe navegando hacie el noreste, en el Pacífico podría suceder lo mismo. En 1565 lograba cruzar el océano dirigiéndose hacia el noreste con rumbo a la latitud de Japón, donde encontró la corriente del Kurosivo que le empujó hasta la coste de California para, desde allí, llegar costeando a Acapulco. El descubrimiento fue de consecuencias inmensas para España.
Entre 1573 y 1815 el Galeón de Manila surcaría el Pacífico en las dos direcciones con cargamentos valiosísimos. España accedía al mercado chino, indio y japonés. Productos exóticos orientales de todo tipo llegaban a Nueva España y, al cruzar el Atlántico, llegaban a Sevilla. En paralelo, los productos españoles llegaban al mercado asiático, así como los de Nueva España, en especial la plata. En Manila se desarrollaron colonias importantes de comerciantes hispanos, así como de asiáticos, los sangleyes. También hubo de soportar ataques de orientales, piratas y europeos, de hecho la capital fue ocupada un tiempo por los británicos en el siglo XVIII.
Los peligros de la travesía eran enormes y de caracter natural: la duración de la travesía con el escorbuto consiguiente, así como las muy frecuentes tempestades con eran el gran inconveniente. Sin embargo, el problema de la piratería y el de los corsarios pagados por los enemigos de España era secundario: tan sólo se perdieron cuatro flotas por ataques de éstos en los casi dos siglos y medio que duró esta travesía, tan solo rota por la independencia de México en 1815. Todo un éxito al que contribuyeron don vascos guipuzcoanos: Andrés de Urdaneta, el descubridor de la ruta y Miguel López de Legazpi, el conquistador de las Filipinas y fundador de Manila, la "perla" de Oriente. En el siglo XIX, el archipiélago filipino dejó de ser importante para España y fue un lejano presidio de presos políticos hasta 1898, en que fue anexionado militarmente por los Estados Unidos.

lunes, 16 de marzo de 2020

miércoles, 31 de julio de 2019

PEDRAZA DE LA SIERRA (SEGOVIA). PLANO Y PASEO



1. Puerta y Cárcel de la Villa.- 2. Palacio de los Castro.- 3. Casa de Pilatos.- 4. Casa de la Comunidad de Villa y Tierra.- 5. Mansión de los Pérez Salcedo.- 6. Palacio de los Bernal de Quirós.- 7. Palacio de los Marqueses de la Floresta.- 8. Ayuntamiento.- 9. San Juan.- 10. Casa de los Miranda o Contreras.- 11. Casa de Escobedos.- 12. Casa de los Condes de San Rafael.- 13. Mirador.- 14. Torre de las Hontanillas.- 15. Ermita de San Pedro.- 16. Casa del Conde de Pineda.- 17. Santa María.- 18. Castillo.- 19. Casa de los Marqueses de Pineda.- 20. Casa de la Inquisición.- 21. Santo Domingo.
 PASEO POR PEDRAZA
Pedraza es un pueblecito pintoresco en la ladera norte de la Sierra de Guadarrama en su versión segoviana. Es visitado los fines de semana por numerosos turistas para degustar su gastronomía castellana de asados. Palacetes y mansiones, iglesias, miradores, castillo y todo tipo de establecimientos comerciales y de hostelería le dan un interés turístico único.
El paseo es el siguiente:
Se entra por el Puerta y Cárcel Medieval y se continúa por la Calle Real hasta la Plaza Mayor. Por su extremo sur se llega a las plazas del Granado y de la Olma, que se continúan para llegar al mirador de la Torre de las Hontanillas. Volvemos sobre nuestros pasos hasta la Plaza de la Olma y, por La Florida, se llega a la Ermita de San Pedro. De nuevo regresamos a la Plaza del Granado y, antes de la Plaza Mayor, se toma a la izquierda la Calle Mayor, que continuamos recto hasta el Castillo de los Zuloaga. Se regresa hasta la Calle de la Calzada, que se continúa en la Calle del Matadero que nos devuelve al poco a la Puerta de la Villa. 

domingo, 21 de julio de 2019

EL GRAND TOUR DE LOS ILUSTRADOS BRITÁNICOS



Durante el siglo XVIII, en pleno auge ilustrado, los británicos viajaban al "continente" para imbuirse de la cultura clásica tan en boga durante esos años y al calor de los nuevos e importantes descubrimientos arqueológicos. Especialmente importante fue el descubrimiento de las ruinas de Pompeya, en el entonces reino de Nápoles.
El viajero británico cruzabe el Canal de la Mancha entre Dover y Calais, terminando su primera etapa en París. En la capital francesa practicaba la danza, aprendía el idioma francés y el arte de la equitación. De París recalaba en Ginebra.
A partir de la ciudad suiza se dirigía al sur y empezaba su viaje al sur mediterráneo. Para ello cruzaba los Alpes y llegaba a Florencia, donde contemplaba el primer plato fuerte del arte italiano renacentista. Antes de llegar a la Ciudad Eterna contemplaba la inclinación de la Torre de Pisa. Ya en la Roma vaticana quedaba impresionado ante las ruinas del glorioso pasado imperial: las termas, el Panteón de Agripa, el Coliseo, el circo o los arcos de triunfo. También admiraba la Roma del Renacimiento y el Barroco. Hacía una escapada al sur, a Nápoles, donde su parada era las ruinas de Pompeya.
Vuelto a Roma empezaba el retorno por el camino del noreste de Italia, visitando Bolonia y recorriendo los canales venecianos. Tras ello, el paso de los Alpes por el este, por el Alto Adigio, llegando a Innsbruck, en un baño de naturaleza montañosa de prados y bosques tiroleses. Seguía recorriendo el viejo Sacro Imperio y llegaba a la corte prusiana, a Berlín y el Potsdam palaciego. Por el norte de Alemania llegaba a Amsterdam y, de nuevo, a Calais, donde cruzaba a la isla y daba por acabado su viaje cultural y de observación. Este viaje fue alargado en el tiempo hasta enlazar con la etapa del Romanticismo y también, a veces, se completaba con al visita a Grecia, aunque el dominio turco no lo hacía especialmente atractivo. El ejemplo de británico viajero del Grand Tour lo representa Lorde Byron (1788-1824), el cual estuvo en Grecia y vio su revolución nacionalista. Murió en esta país víctima de la malaria. Sin embargo, no solo fueron británicos los que lo realizaron, también los escritores alemanes como Goethe o el francés Chateabriand.