domingo, 3 de noviembre de 2013

EL REINO VISIGODO, 405-711

 
A inicios del siglo V, en plena descomposición del Imperio Romano de Occidente, tribus bárbaras siguen su penetración tras los limes de las Galias, vadeando los ríos Rin y Danubio. Ya desde el siglo anterior, la instalación era pacífica, aunque al ir comprendiendo la debilidad y los modos de vida imperiales, la llegada va siendo cada vez más violenta. Las incursiones van llegando cada vez más profundas y afectando a Hispania. Suevos, alanos y vándalos van incursionando desde los Pirineos. Más tarde, los visigodos.
La instalación de estos últimos permite la formación de un reino independiente (primer hispano de la historia) con capital en Toulouse primero, y en Toledo después, tras la expulsión de sus territorios al norte los Pirineos. Pueblo germánico, tuvo que unificar una península Ibérica fragmentada. Leovigildo fue su artífice. Antes tuvo que realizar varias campañas. Su sucesor, Recaredo, fue el implantador del catolicismo oficial ante el inicial arrianismo. Sus manifestaciones artísticas fueron muy inferiores a las romanas, dejando tan sólo pequeñas iglesias rurales y piezas de orfebrería.
Los tres principales núcleos de resistencia y de difícil sometimiento fueron:
* El reino suevo del noroeste peninsular.
* La cornisa cantábrica, con la insumisión crónica de pueblos astures y vascones, éstos últimos saqueadores periódicos del alto valle del Ebro.
* En el extremo sureste y el valle del Guadalquivir tuvo una invasión bizantina, la cual también fue finalmente sometida.
* Finalmente, la debilidad visigoda hubo de hacer frente a males internos: bagaudas de bandidaje por todo el reino, así como una insumisión constante de la nobleza local, trayendo una crónica inestabilidad y destronamientos. Precisamente, una rebelión de un señor del sur, el conde don Julián, al tiempo de una rebelión astur, propició la invasión árabe desde el sur del estrecho y el mismo final del reino hispanovisigodo de Toledo.


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