En 1713 se firmaba el Tratado de Utrecht, poniendo casi el final a la larga Guerra de Sucesión Española (1702-1713). La monarquía española quedaba seriamente perjudicada, al menos a primera vista. Felipe V, nuevo rey de España y primer monarca de la dinastía de Borbón, debía de renunciar a las viajas posesiones hispanas de la época de la monarquía de los Austrias en Europa.
El nuevo mapa -que establecía el principio del equilibrio continental entre las diversas potencias europeas y el reparto de las posesiones hispanas- quedaba de la siguiente forma:
* Flandes, el Milanesado, Nápoles y Cerdeña, pasaban a Austria.
* Sicilia pasaba a Piamonte.
* El Peñon de Gibraltar y la isla de Menorca pasaban a Gran Bretaña, la cual obtenía, además, ventajas comerciales en la América hispana y en el tráfico de esclavos.
Lo más humillante fue la pérdida de los territorios propiamente españoles en favor de Gran Bretaña. Menorca fue recuperada casi un siglo después. No así el estratégico peñón, el cual sigue en poder británico a inicios del siglo XXI.
A pesar de todo, España conservaba intacto su imperio americano y, algunos historiadores afirman la positiva pérdida de esos territorios en Europa y la liberación de guerras inútiles.
En los primeros años del reinado de Felipe V ascendió al poder un nuevo valido: el padre Alberoni, el cual envió una flota contra Sicilia para intentar recuperar los territorios italianos. Una coalición de toda Europa destrozó esa fuerza naval en el cabo Pessaro, en Sicilia. Acababa definitivamente la política expansionista de España en Europa.