sábado, 9 de noviembre de 2013

ARTE PRERROMÁNICO EN EL REINO DE ASTURIAS

 
Tras la invasión árabe del año 711 se formó un grupo de núcleos de resistencia cristiana en el extremo norte peninsular. Uno de ellos fue el pequeño reino asturiano, entre el mar Cantábrico y los Picos de Europa, más tarde extendido hacia sus extremos este y oeste. Sus respectivos reyes fueron creando un territorio que hubo de resistir hacia el siglo X los ataques más fuertes por parte de los ejércitos cordobeses. En Oviedo se estableció su capital. En el entorno de la corte ovetense, así como en otros rincones del reino, surgió un tipo de arte que, por su cronología y características fundamentales, se inserta dentro del arte prerrománico peninsular, junto al arte mozárabe y el -ya muy lejano en el tiempo- arte visigodo.
Oviedo es el principal núcleo de obras de este arte: Santa María del Naranco, anteriormente palacio real, San Julián de los PradosSan Miguel de Lillo, entre otros, son sus principales ejemplos. Algo más al sur encontramos San Cristina de Pola de Lena. Al oeste destaca Santianes de Pravia y, al este el núcleo de Villaviciosa, con el templo de San Salvador de Valdediós como ejemplo más destacable.
 
Santa María del Naranco (Oviedo)
 

domingo, 3 de noviembre de 2013

EL REINO VISIGODO, 405-711

 
A inicios del siglo V, en plena descomposición del Imperio Romano de Occidente, tribus bárbaras siguen su penetración tras los limes de las Galias, vadeando los ríos Rin y Danubio. Ya desde el siglo anterior, la instalación era pacífica, aunque al ir comprendiendo la debilidad y los modos de vida imperiales, la llegada va siendo cada vez más violenta. Las incursiones van llegando cada vez más profundas y afectando a Hispania. Suevos, alanos y vándalos van incursionando desde los Pirineos. Más tarde, los visigodos.
La instalación de estos últimos permite la formación de un reino independiente (primer hispano de la historia) con capital en Toulouse primero, y en Toledo después, tras la expulsión de sus territorios al norte los Pirineos. Pueblo germánico, tuvo que unificar una península Ibérica fragmentada. Leovigildo fue su artífice. Antes tuvo que realizar varias campañas. Su sucesor, Recaredo, fue el implantador del catolicismo oficial ante el inicial arrianismo. Sus manifestaciones artísticas fueron muy inferiores a las romanas, dejando tan sólo pequeñas iglesias rurales y piezas de orfebrería.
Los tres principales núcleos de resistencia y de difícil sometimiento fueron:
* El reino suevo del noroeste peninsular.
* La cornisa cantábrica, con la insumisión crónica de pueblos astures y vascones, éstos últimos saqueadores periódicos del alto valle del Ebro.
* En el extremo sureste y el valle del Guadalquivir tuvo una invasión bizantina, la cual también fue finalmente sometida.
* Finalmente, la debilidad visigoda hubo de hacer frente a males internos: bagaudas de bandidaje por todo el reino, así como una insumisión constante de la nobleza local, trayendo una crónica inestabilidad y destronamientos. Precisamente, una rebelión de un señor del sur, el conde don Julián, al tiempo de una rebelión astur, propició la invasión árabe desde el sur del estrecho y el mismo final del reino hispanovisigodo de Toledo.


sábado, 2 de noviembre de 2013

EL CAMINO DE SANTIAGO


 

En la Edad media se inician las peregrinaciones hacia ciertos lugares considerados sagrados por la Cristiandad con el objeto de venerar reliquias: Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela. El "camino" que conducía Santiago desde Francia fue declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 1993.
 
Inicios históricos del Camino
El obispo de Iria Flavia, Teodomiro, descubrió un cementerio romano con las supuestas reliquias del apóstol. Alfonso II el Casto, rey astur, mandó erigir un pequeño templo, dando origen al tercer centro de la Cristiandad y al Camino de Santiago, por el que penetraron en la Península los nuevos estilos artísticos que surgían en Europa. Surgirá una red de monasterios cluniacenses en el camino y los reyes peninsulares construirán iglesias y hospitales. Años más tarde, el obispo Diego Gelmírez establece la sede arzobispal compostelana. Esta ruta sirvió, además, como medio de intercomunicación entre los diversos reinos cristianos peninsulares.
Sin embargo, desde el siglo XIV, las diversas convulsiones que atemorizan al occidente bajomedieval hacen que los peregrinos se desvíen a otros destinos y la ruta de peregrinación entre en una lenta decadencia hasta su recuperación como ruta turística en el siglo XX.
 
El camino francés
Aunque los caminos son muchos, el camino francés será el básico, pues por Francia pasan todos los caminantes europeos: desde París, por Tours; desde Vézelay, por Limoges; desde Ginebra, por Le Puy; y desde Arlés por Toulouse.
Los peregrinos cruzaban los Pirineos por el puerto de Somport, aunque más tarde lo cruzarían por Roncesvalles, camino de Pamplona. Desde ambos puertos confluían los peregrinos en Puente la Reina, procedentes de Jaca y Sangüesa. La ruta seguía por Estella, Logroño, Nájera, Santo Domingo de la Calzada, Belorado y Burgos, donde llegaban los procedentes de Bayona, que cruzaban Guipúzcoa y Pancorbo. Desde la capital castellana seguían por Castrojeriz, Frómista, Sahagún y León, antes de entrar en Galicia. Desde Astorga y el valle del Bierzo, seguían por el Cebreiro, Portomarín, Palas del Rey y Santiago.
 
Otra rutas
Algunos de los peregrinos que entraban en la península por Irún seguían camino por la costa cantábrica: Zarauz, Guernica, Bilbao, Laredo, Santander, Santillana, Llanes, Gijón, Oviedo, Luarca, Mondoñedo y Santiago. En la actualidad es una ruta de gran belleza paisajística. Por su parte, los procedentes del sur peninsular, solían desplazarse por la vieja Ruta de la Plata. Procedentes de Al Ándalus, desde Sevilla alcanzaban Mérida, Salamanca y conectaban en León con la ruta principal.
Finisterre
A veces, los peregrinos seguían hacia el oeste para llegar al fin del mundo: el finis terrae. Allí, el peregrino se bañaba en la costa atlántica para purificar su cuerpo e iniciar su nueva vida sin pecado y quemaba sus ropas acabar de purificarse. Además, ver la puesta del Sol simbolizaba la Muerte y Resurrección.

sábado, 19 de octubre de 2013

LA DISOLUCIÓN DEL IMPERIO AUSTRO-HÚNGARO EN 1919


El Imperio de los Habsburgo se fue formando como una mezcla de diversas nacionalidades bajo el dominio de la minoría austriaca germanoparlante. Ya a mediados del siglo XIX, tras las revoluciones de 1848, el Imperio Austríaco se vio obligado a formar la llamada monarquía dual o Imperio Austrohúngaro de 1867, ante las consecuencias de la derrota ante Prusia de Bismarck (Sadowa, 1866) y las crecientes demandas de autonomía e independencia por parte de esos pueblos que se autoconsideraban diferentes, tanto a nivel cultural, como étnico, lingüístico o religioso, además de los que se sentían oprimidos: germanos, italianos, checos, húngaros, polacos, rumanos y croatas, entre otros.
La respuesta del gobierno de Viena se concretó en la formación de la Cisleitania, cuya capital era Viena y que englobaba territorios como Austria, Bohemia-Moravia, Croacia, Dalmacia, Cracovia o el territorio del Alto Adigio.
Por su parte, la Transleitania tenía su capital en Budapest, aunando territorios como Hungría, Bosnia, Transilvania o Eslovaquia. A finales del siglo XIX surgieron diversos estados paralelamente a la descomposición del viejo imperio Otomano en los Balcanes, muchos de ellos de cultura eslava principalmente, con Serbia como la "gran hermana "de todos ellos y como abanderada del sentimiento antiaustriaco.
A inicios del siglo XX la situación era insostenible y bastaba cualquier crisis internacional (como la anexión de Bosnia al Imperio Austrohúngaro en 1908) para desencadenar una enorme tensión en plena época de la Paz Armada. Así, los trágicos disparos de Sarajevo en junio de 1914, hicieron el resto. La Gran Guerra estaba servida.
En 1919, en los diversos tratados que formaron la Paz de París, así como la aplicación del principio de autodeterminación de los pueblos, inspirado en uno de los puntos de paz del presidente norteamericano Wilson, acabó la histórica monarquía austriaca. Nacían estados nuevos: las repúblicas de Austria, Hungría y Checoslovaquia, mientras que Croacia y Bosnia se incorporaban en el nuevo estado de Yugoslavia (heredero de la antigua Serbia) y la naciente Polonia se anexionaba Cracovia. Finalmente, Transilvania, pasaba a formar parte de Rumanía y el Trentino se incorporaba a Italia. Todo un réquiem para tan vetusto imperio y dinastía de los Habsburgo.

miércoles, 16 de octubre de 2013

EL TRATADO DE UTRECHT, 1713

 
En 1713 se firmaba el Tratado de Utrecht, poniendo casi el final a la larga Guerra de Sucesión Española (1702-1713). La monarquía española quedaba seriamente perjudicada, al menos a primera vista. Felipe V, nuevo rey de España y primer monarca de la dinastía de Borbón, debía de renunciar a las viajas posesiones hispanas de la época de la monarquía de los Austrias en Europa.
El nuevo mapa -que establecía el principio del equilibrio continental entre las diversas potencias europeas y el reparto de las posesiones hispanas- quedaba de la siguiente forma:
* Flandes, el Milanesado, Nápoles y Cerdeña, pasaban a Austria.
* Sicilia pasaba a Piamonte.
* El Peñon de Gibraltar y la isla de Menorca pasaban a Gran Bretaña, la cual obtenía, además, ventajas comerciales en la América hispana y en el tráfico de esclavos.
Lo más humillante fue la pérdida de los territorios propiamente españoles en favor de Gran Bretaña. Menorca fue recuperada casi un siglo después. No así el estratégico peñón, el cual sigue en poder británico a inicios del siglo XXI.
A pesar de todo, España conservaba intacto su imperio americano y, algunos historiadores afirman la positiva pérdida de esos territorios en Europa y la liberación de guerras inútiles.
En los primeros años del reinado de Felipe V ascendió al poder un nuevo valido: el padre Alberoni, el cual envió una flota contra Sicilia para intentar recuperar los territorios italianos. Una coalición de toda Europa destrozó esa fuerza naval en el cabo Pessaro, en Sicilia. Acababa definitivamente la política expansionista de España en Europa.

martes, 15 de octubre de 2013

LAS TRES GRANDES CIVILIZACIONES MEDIEVALES HACIA EL AÑO 1.000

 
A finales del siglo IV se rompía la unidad del Mediterráneo al dividirse el Imperio Romano por Teodosio. La parte occidental, la más pobre y afectada por una crisis generalizada desde inicios del siglo III, tiene como emperador a Honorio, mientras que la parte oriental es gobernada por Arcadio. Desde el mencionado siglo III, pueblos germánicos procedentes de Asia van penetrando violentamente por los limes del imperio occidental tras ser rechazados en las fronteras del Imperio Bizantino. A finales del siglo V, Occidente entra en la larga noche del feudalismo. Casi al  mismo tiempo, el Imperio Bizantino vive sus horas de apogeo el siglo siguiente, de la mano del emperador Justiniano.
De forma inesperada, un nuevo protagonista surge en el siglo VII: en la península arábiga nace la civilización musulmana. El Islam se extiende por la orilla sur del Mediterráneo, logrando adentrarse, incluso, en la casi totalidad de la península Ibérica. La nueva cultura musulmana adopta los fundamentos del mundo clásico y, a su vez, aporta sus elementos propios y originales.
Hacia el año 1.000 se han consolidado las tres civilizaciones con sus respectivas religiones monoteístas. Bizancio (ortodoxo) y el Occidente europeo (católico) se enfrentan al Islam, tanto en la península Ibérica (Reconquista) como en Tierra Santa (las Cruzadas). De esta coyuntura histórica surgirá el despertar de Occidente, que lentamente irá progresando -a pesar del tropezón de los siglos XIV y XV- hasta convertirse en el continente hegemónico hacia 1492, con el inicio del mundo moderno.
 

lunes, 14 de octubre de 2013

CIVILIZACIONES URBANAS DEL CRECIENTE FÉRTIL

 
En el Próximo Oriente surgió la revolución agrícola del Neolítico hace más de diez mil años. También aquí surgió nuestra civilización originaria. Las primeras civilizaciones urbanas se caracterizaron por sus aportes en la escritura y en el surgimiento de las nuevas ciudades y los estados mucho más complejos en su organización. Todo ello fue posible por el favorable medio físico.
En la zona llamada tradicionalmente "Creciente Fértil", por su forma de media luna en su forma de cuarto creciente, la civilización surgió gracias a los fértiles valles de tres ríos principales: el valle del Nilo, en Egipto, el valle del río Orontes, en Palestina y, por último, el valle de los ríos Tigris y Éufrates, en Mesopotamia. Fuera de estas zonas solo hay tierras pobres: desiertos al sur de Mesopotamia y al oeste de Egipto, así como áridas y altas mesetas del noroeste al noreste.
Pueblos de raza blanca, semitas e indoeuropeos, desarrollaron importantes civilizaciones, con su cénit en Egipto y Mesopotamia, reflejadas en sus pirámides y zigurats, su próspera agricultura de regadío, sus sociedades esclavistas y las religiones politeístas, así como los avances científicos y sus escrituras cuneiforme y jeroglífica.
También surgieron las civilizaciones fenicia y judía en los valles de los ríos Jordán y Orontes. Desde esta zona se iniciaron migraciones hacia el oeste, por el mediterráneo en una importante labor de difusión cultural.