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sábado, 4 de enero de 2014

CRONOLOGÍA DEL "CORTO" SIGLO XX (1919-1989)

De la I Guerra Mundial a la caída del muro de Berlín
1919-1989

Muchos historiadores aceptan la periodización del "corto" siglo XX y su desarrollo entre los setenta años habidos de 1919 a 1989. En efecto, en 1900 hay una continuidad de las tendencias anteriores del siglo XIX. Mientras que, por el otro extremo, en el año 2000, los acontecimientos ya son muy diferentes a los anteriores a 1989, con la caída del muro de Berlín -el gran suceso que revolucionó el mundo socialista-, aunque en clara sintonía con la última década de dicho siglo.
Es a partir del orden emergido en los tratados de paz de París, tras la Gran Guerra de 1914-19, cuando se adivina un nuevo periodo histórico. Los espectaculares avances tecnológicos, la entrada de Estados Unidos y Japón como nuevos protagonistas en el panorama diplomático internacional, desplazando incluso a la vieja Europa, el triunfo de la primera revolución proletaria en la vieja Rusia (desde entonces la URSS), el ascenso del papel femenino en la sociedad (protagonismo cada vez mayor e inicio de la lucha de las sufragistas por el voto) o la irrupción de las masas en el escenario social, son cambios que dan la razón a aquél primer ministro británico que intuyó en 1914 cómo en Europa se apagaban las luces, y con ellas todo un orden social.
Un periodo que, casi en su ecuador, saltó por los aires ante la II Guerra Mundial y que alumbró, a su vez, otro nuevo orden que supuso un apuntalamiento del capitalismo en 1945, con el nacimiento del Estado de Bienestar. Ese fue el orden que dio al mundo occidental dos décadas de espectacular crecimiento económico y relativa tranquilidad social. En 1973 estallaba una crisis estructural que acabaría con esa etapa tan "prodigiosa" y que ya parecía hacer aguas desde las manifestaciones de hondo malestar social expresado en el París de mayo de 1968. En el otoño de 1989 se asiste al resquebrajamiento del bloque socialista que acabó con toda una época histórica y anunciaba otra llena de incertidumbres y caracterizada por la emergencia del mundo subdesarrollado. Ese mundo ya global, emerge de forma definitiva en la fatídica fecha del 11-M de 2001 en Nueva York. Pero esa, ya es otra historia.

sábado, 19 de octubre de 2013

LA DISOLUCIÓN DEL IMPERIO AUSTRO-HÚNGARO EN 1919


El Imperio de los Habsburgo se fue formando como una mezcla de diversas nacionalidades bajo el dominio de la minoría austriaca germanoparlante. Ya a mediados del siglo XIX, tras las revoluciones de 1848, el Imperio Austríaco se vio obligado a formar la llamada monarquía dual o Imperio Austrohúngaro de 1867, ante las consecuencias de la derrota ante Prusia de Bismarck (Sadowa, 1866) y las crecientes demandas de autonomía e independencia por parte de esos pueblos que se autoconsideraban diferentes, tanto a nivel cultural, como étnico, lingüístico o religioso, además de los que se sentían oprimidos: germanos, italianos, checos, húngaros, polacos, rumanos y croatas, entre otros.
La respuesta del gobierno de Viena se concretó en la formación de la Cisleitania, cuya capital era Viena y que englobaba territorios como Austria, Bohemia-Moravia, Croacia, Dalmacia, Cracovia o el territorio del Alto Adigio.
Por su parte, la Transleitania tenía su capital en Budapest, aunando territorios como Hungría, Bosnia, Transilvania o Eslovaquia. A finales del siglo XIX surgieron diversos estados paralelamente a la descomposición del viejo imperio Otomano en los Balcanes, muchos de ellos de cultura eslava principalmente, con Serbia como la "gran hermana "de todos ellos y como abanderada del sentimiento antiaustriaco.
A inicios del siglo XX la situación era insostenible y bastaba cualquier crisis internacional (como la anexión de Bosnia al Imperio Austrohúngaro en 1908) para desencadenar una enorme tensión en plena época de la Paz Armada. Así, los trágicos disparos de Sarajevo en junio de 1914, hicieron el resto. La Gran Guerra estaba servida.
En 1919, en los diversos tratados que formaron la Paz de París, así como la aplicación del principio de autodeterminación de los pueblos, inspirado en uno de los puntos de paz del presidente norteamericano Wilson, acabó la histórica monarquía austriaca. Nacían estados nuevos: las repúblicas de Austria, Hungría y Checoslovaquia, mientras que Croacia y Bosnia se incorporaban en el nuevo estado de Yugoslavia (heredero de la antigua Serbia) y la naciente Polonia se anexionaba Cracovia. Finalmente, Transilvania, pasaba a formar parte de Rumanía y el Trentino se incorporaba a Italia. Todo un réquiem para tan vetusto imperio y dinastía de los Habsburgo.

sábado, 14 de septiembre de 2013

EL IMPERIALISMO EUROPEO EN ÁFRICA Y ASIA A INICIOS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Cuando se producían los trágicos disparos de Sarajevo en junio de 1914, los europeos estaban en el cénit de su dominio imperialista del mundo. Aparte del continente americano, ya con escasa presencia de ellos, su colonialismo era casi absoluto en África y se aseguraban el control de Asia.

 
ASIA
Desde finales de la Edad Media, los europeos anhelaban llegar a Asia tras las noticias dadas por Marco Polo y otros viajeros. Tras españoles y portugueses llegaron británicos, franceses y holandeses.
En el siglo XVIII los británicos iniciaban su entrada en la India. Este territorio, desde mediados del siglo XIX sería llamado "La Joya de la Corona" por el premier conservador Benjamín Disraeli. En efecto, la política de los sucesivos gobiernos de Londres sería agrandar y proteger sus conquistas en la India. Para una mejor protección ocuparon por sus flancos noroccidental y nororiental, Pakistán y Birmania respectivamente. Aún temerosos de cualquier ataque exterior, consiguieron firmar con otras potencias imperialistas una serie de tratados que establecían los llamados estados-tapón, es decir, países independientes, que no serían invadidos, a modo de escudo entre posibles rivales europeos.  De esta forma, Irán y Afganistán formarían un "tapón" defensivo al oeste, así como Tíbet, Nepal y Bután al norte, ambos frente al expansionismo de los zares. Por el este quedaba Siam o Tailandia como tapón frente a los franceses, que se habían establecido en la franja oriental de Indochina (hoy Vietnam). Para limitar la expansión holandesa en Indonesia, país que se hacía con las antaño codiciadas islas de las Especias, ocuparon los británicos Malasia. Insignificantes, y más que nada, simbólicos, eran los enclaves portugueses en la India (Goa) y en China (Macao), así como la parte oriental de la isla de Timor, en Indonesia.
Rusia se expandía hacia el Pacífico desde el siglo XVIII y llegó a Alaska, en América, amenazando a los establecimientos españoles del norte de Nueva España. Este avance fue frenado en el estrecho de Bering por Estados Unidos al comprar los norteamericanos el territorio alasqueño. La expansión zarista se encaminaba al sur, con el posible choque con la India británica.
Dos potencias no europeas, que se habían industrializado al ritmo del viejo continente, Japón y Estados Unidos, también se introducían en el continente amarillo. La primera ocupa la península coreana y la segunda se había introducido a expensas de España, tras la guerra de 1898.
Países asiáticos independientes, además de los citados eran: Turquía, que conservaba los restos de su viejo imperio y que perdería tras la I Guerra Mundial; y China, la cual era demasiado extensa y poblada para ser conquistada militarmente por los occidentales. Un "potro" muy difícil de montar que solo podría ser controlado desde las embajadas y por tratados que asegurasen ventajas económicas con un gobierno títere, que seguiría tras la revolución de Sun Yat Sen, primer presidente que logró derrocar el secular imperio. Por su parte, Mongolia, Arabia y pequeños emiratos, eran estados muy atrasados y apenas contaban en el interés europeo, aunque la península Arábiga empezaba a ser  tenida en cuenta por el hallazgo de pozos petrolíferos.  
 

ÁFRICA
En 1885 se celebraba la Conferencia de Berlín, en la cual los principales países europeos se repartían el continente africano. El resultado daba la gran preponderancia a Gran Bretaña y a Francia. La primera asentaba sus dominios en la zona oriental africana, con el objetivo de hacer un eje terrestre entre El Cairo y El Cabo. Su propósito sólo pudo cumplirse tras la I Guerra Mundial, a expensas de los territorios alemanes y tras la humillación de los portugueses al frenarles en su intento de unir por tierra Angola con Mozambique. Francia, por su parte, tenía que reconocer enclaves costeros en su zona noroccidental atlántica: españoles, británicos, alemanes y portugueses, así como el estado independiente de Liberia.
Aparte de estos dos grandes imperios africanos, quedaban otras potencias con dominios mucho más modestos. En el corazón del continente, se distingue el dominio belga en el Congo, inicialmente finca privada del rey Leopoldo. Por su parte, los italianos se asentaban en Libia y en las costas del "cuerno" de África, con vistas a su futura anexión de Abisinia o Etiopía.
En 1914, con la I Guerra Mundial iniciada, se dirimirían las tensiones diplomáticas entre los europeos (Paz Armada, con los incidentes marroquíes causados por los alemanes), resultando expulsados éstos últimos y surgiendo muy débilmente aún, los embriones de los movimientos nacionalistas, protagonistas del futuro proceso de descolonización.