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sábado, 10 de julio de 2021

EL GALEÓN DE MANILA Y EL COMERCIO DE ESPAÑA CON ASIA (1573-1815)

 

 
Tras el descubrimiento del océano Pacífico y la primera vuelta al mundo de Elcano, los españoles se afanaron por llegar a las islas Molucas y demostrar que estaban en el hemisferio que les correspondía por el Tratado de Tordesillas. Las expediciones a tal fin lograron llegar a Asia, pero tenían el problema del tornaviaje al estarles terminantemente prohibido usar la ruta portuguesa del Índico. El antaño marino y luego fraile guipuzcoano Andrés de Urdaneta intuyó que, si en el Atlántico Colón encontró una ruta de corrientes marinas más al norte del Caribe navegando hacie el noreste, en el Pacífico podría suceder lo mismo. En 1565 lograba cruzar el océano dirigiéndose hacia el noreste con rumbo a la latitud de Japón, donde encontró la corriente del Kurosivo que le empujó hasta la coste de California para, desde allí, llegar costeando a Acapulco. El descubrimiento fue de consecuencias inmensas para España.
Entre 1573 y 1815 el Galeón de Manila surcaría el Pacífico en las dos direcciones con cargamentos valiosísimos. España accedía al mercado chino, indio y japonés. Productos exóticos orientales de todo tipo llegaban a Nueva España y, al cruzar el Atlántico, llegaban a Sevilla. En paralelo, los productos españoles llegaban al mercado asiático, así como los de Nueva España, en especial la plata. En Manila se desarrollaron colonias importantes de comerciantes hispanos, así como de asiáticos, los sangleyes. También hubo de soportar ataques de orientales, piratas y europeos, de hecho la capital fue ocupada un tiempo por los británicos en el siglo XVIII.
Los peligros de la travesía eran enormes y de caracter natural: la duración de la travesía con el escorbuto consiguiente, así como las muy frecuentes tempestades con eran el gran inconveniente. Sin embargo, el problema de la piratería y el de los corsarios pagados por los enemigos de España era secundario: tan sólo se perdieron cuatro flotas por ataques de éstos en los casi dos siglos y medio que duró esta travesía, tan solo rota por la independencia de México en 1815. Todo un éxito al que contribuyeron don vascos guipuzcoanos: Andrés de Urdaneta, el descubridor de la ruta y Miguel López de Legazpi, el conquistador de las Filipinas y fundador de Manila, la "perla" de Oriente. En el siglo XIX, el archipiélago filipino dejó de ser importante para España y fue un lejano presidio de presos políticos hasta 1898, en que fue anexionado militarmente por los Estados Unidos.

lunes, 16 de marzo de 2020

sábado, 8 de octubre de 2016

LOS VIAJES ANDALUCES (1499-1502)


Los llamados viajes andaluces se inician cuando la estrella de Colón declinaba. Los Reyes Católicos le arrebataron el monopolio de armar viajes y empezaron a conceder licencias a otros marinos ilustres, con la casualidad de que eran nacidos en la región meridional de España, salvo algunas excepciones como Américo Vespucio (italiano) o Juan de la Cosa, un cántabro de Santoña, cartógrafo reputado y autor de un notable mapa en 1500. Lamentablemente murió años después (1509) bajo las flechas de los indígenas, cuando exploraba las costas actuales de Colombia. Alonso de Ojeda, Alonso Niño, Cristóbal Guerra, Vicente Yáñez Pinzón, Diego de Lepe y Rodrigo de Bastidas son los nombres de marineros que encarnaron dichos viajes, quedando el mar Caribe ya casi sin secretos. Ellos fueron los que se percataron de que entre Europa y Asia existía un nuevo continente, ese que Colón no quiso aceptar, creyendo que había llegado a Asia hasta su muerte. Tras ellos, los siguientes exploradores ya buscaban afanosamente el paso que condujese a Asia. Habrá que esperar a Núñez de Balboa para hallar el otro océano y a Magallanes para encontrar el paso marítimo por el sur, quedando el paso del norte como una quimera inalcanzable por los hielos del Ártico.
MAPA DE JUAN DE LA COSA

domingo, 13 de marzo de 2016

EL IMPERIO ESPAÑOL EN EL SIGLO XVII

En el siglo XVII el inmenso Imperio español necesitaba de buenas comunicaciones para defenderse de sus numeros enemigos en todo el mundo.
En Madrid (1) estaba la cabeza del imperio, con el Consejo de Indias. En el eje de Sevilla y Cádiz (2) estaba la cabeza comercial con la Casa de Contratación, y desde ahí zarpaba la Flota de Indias. Hacía su última aguada en Canarias (3). Luego surcaba el Atlántico arrastrada por la Corriente del Golfo, que podía estar en calma o ser escenario de fuertes tempestades que acaban frecuentemente en naufragio.
La flota llegaba a Cartagena de Indias (4), donde se separaba: la Flota del Perú y la Flota de Nueva España. La flota del Perú atravesaba el istmo de Panamá (5). Atracaba en Portobelo, en la costa atlántica panameña. Descargaba en tierra las numerosas mercancías peninsulares y las llevaban recuas de mulas a través de un camino en la selva hasta la ciudad de Panamá, en la costa del Pacífico. De allí zarpaba rumbo al puerto limeño de El Callao (6). Lima era el punto de llegada de la plata de Potosí (7), en el Alto Perú (hoy Bolivia). En Potosí se intercabiaban los productos del Río de la Plata (8), actual Argentina, con el emergente puerto de Buenos Aires y futuro virreinato.
Por su parte, la flota de Nueva España zarpaba de Cartagena rumbo a San Juan de Ulúa, puerto de Veracruz (9), desde donde las recuas de mulas salían hacia el altiplano mexicano hasta la capital virreinal: Ciudad de México (10). Luego tomaban el llamado Camino de Asia hacia Acapulco (11), desde donde se embarcaban los productos peninsulares y la plata de Zacatecas (13) y del Potosí mexicano para hacer la larga travesía del secular Galeón de Manila. Éste aprovechaba la corriende Humboldt hacia las Filpinas. Al llegar a Manila (12) zarpaba el otro galeón hacia América y España, cargado de valiosísimos y exóticos productos que comerciaba con China, Japón e india.
Ya en el Atlántico, las dos flotas (del Perú y de Nueva España) zarpaban hacia Cuba, a La Habana (14), donde se reunían para zarpar unidas hacia la península y los puertos de Cádiz y Sevilla. De ahí, los correos y los informes a Madrid, atravesando Extremadura y Toledo.
La otra gran ruta vital del Imperio fue la llamada El Camino Español, que comunicaba con Flandes (16). Embarcaba las tropas de los Tercios en Barcelona hacia la república aliada de Génova (15), desde donde atravesaba los Alpes para llegar al Franco Condado y, seguidamente, a Luxemburgo y Bruselas.
Esta inmensidad de territorios del Imperio fue, en sí misma, un problema para su mantenimiento y en ese siglo XVII se produjo su progresivo declive desde 1648 en la Paz de Westfalia, hasta 1713 y la Paz de Utrecht. Se perdieron las posesiones europeas, pero los virreinatos se mantuvieron intactos, con tan sólo algunas perdidas territoriales en las Antillas y el Caribe. Para su mejor defensa y explotación se crearon en Sudamérica los virreinatos de Nueva Granada, con capital en Bogotá, y el del Río de La Plata, con capital en Buenos Aires.
 

EL TRATADO DE TORDESILLAS, 1494

PENDIENTE DE COMENTARIO
 

domingo, 10 de agosto de 2014

HERNÁN CORTÉS, LA CAÍDA DEL IMPERIO AZTECA Y EL NACIMIENTO DE NUEVA ESPAÑA, 1519-1550

Hernán Cortés era un hidalgo extremeño -de Medellín, Badajoz- fracasado en sus estudios en Salamanca y empujado a emigrar a las Indias. Enfrentado a Diego de Velázquez, gobernador de Cuba, zarpó a espaldas de éste hacia el continente (18 de febrero de 1519), emulando las anteriores expediciones de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva. Tras tocar playas de Yucatán, desembarcó definitivamente en San Juan de Ulúa el 22 de abril. Se asentó en esa costa y fundó la ciudad de Veracruz. Supo de la existencia de una civilización poderosa en Tenoctitlán a 400 kilómetros de distancia, por lo que emprende su marcha el 8 de agosto hacia el altiplano. Del 2 al 5 de septiembre derrotan a los tlaxcaltecas, enemigos acérrimos de los aztecas. Con los guerreros ahora aliados de Tlaxcala continúa hasta Cholula, donde se produce una matanza por orden de Alvarado.
El 8 de noviembre entran en la capital, la cual les impresiona por su riqueza, su ubicación en el gran lago de Texcoco y sus grandes edificaciones. El día 14 el emperador Moctezuma II es tomado como rehén. El 10 de mayo de 1520 debe ir al encuentro de las tropas de Pánfilo Narváez que tiene orden de detenerle. Tras vencerlas en la costa, los nuevos soldados españoles refuerzan su ejército, con el que regresa a Tenoctitlán.
Al llegar el 24 de junio son asediados por los aztecas. En esa ausencia hubo una nueva matanza por orden de Alvarado. La situación es insostenible, máxime tras la muerte del emperador por una pedrada, y se decide por la retirada sigilosa la noche del 30 de junio hasta que, descubiertos, se convierte en desbandada. Fueron muchos los españoles capturados para su inmediato sacrificio en el Templo Mayor. Cortés escapó por poco. Era la Noche Triste. Perseguido por los aztecas se produjo la fortuna de la batalla de Otumba, en la que logra ahuyentar a los perseguidores y llegar derrotado a Tlaxcala.

 
En Tlaxcala recompone su ejército y en 1521 se decide a reiniciar el ataque. El 10 de mayo Olid y Alvarado inician desde Texcoco el asedio a Tenochtitlán. La conquista no sería fácil, pues los aztecas, con el nuevo emperador Cuatemoc, han previsto el contraataque español y han organizado una concienzuda defensa. Inician el rodeo del lago ocupando aldeas abandonadas. En Chapultepec cortan el acueducto de agua. Faltaba ocupar el sur de la capital, Iztapalapa. Cortés construyó una pequeña flota para atacar por el mismo lago. El 31 de mayo se completaba el asedio. Quedaban dos meses de asedio feroz con sangrientas luchas de atacantes y defendidos. La viruela fue el aliado inesperado de los españoles. Su contagio diezmó a los defensores. El 13 de agosto se rendía Cuatemoc.
Bernal Díaz del Castillo, fiel soldado de Cortés, escribió Verdadera historia de la conquista de Nueva España, fuente primaria de estudio de esta conquista.
 

Mesoamérica quedaba sentenciada. Al poco caía el istmo al sur de México y Yucatán -el territorio de los decadentes mayas- a manos de los Montejo, que tras ardua lucha conseguían en 1541 cierto dominio. En el actual Jalisco Nuño de Guzmán fundaba Guadalajara, aunque su crueldad provocó la revuelta de los mixtones en 1540, donde murió accidentalmente Pedro de Alvarado tras una dura campaña de pacificación. Al norte del río Grande (o Bravo) se formaba una amplia e inhóspita frontera que detuvo a conquistadores y frailes hasta finales del siglo XVII. Tras las exploraciones de Cabeza de Vaca y de Coronado, ante el escaso interés de la zona, habitada por los feroces indios Pueblo (apaches, comanches, etc) y salvo los lugares donde se descubrieron ricas minas de plata, Zacatecas, San Luis de Potosí o Guanajuato, apenas atrajo colonos. Nacía el virreinato de Nueva España con capital en la nueva Ciudad de México, sobre las ruinas de la vieja Tenoctitlán.

 

lunes, 11 de noviembre de 2013

AMÉRICA EN 1492

 
Al llegar Colón al Nuevo Mundo en 1492, el continente estaba poblado por los amerindios de ascendencia asiática, en diferentes estadios históricos y diferentes territorios. En ambos extremos -norte y sur- del continente, en las frías llanuras canadienses y las Montañas Rocosas, junto a las llanuras patagónicas y los Andes meridionales, habitaban pueblos aún en estado depredador: esquimales (al norte) y patagones (al sur) entre otros.
En los actuales Estados Unidos habitaban tribus ya conocedoras de la agricultura desde el inicios del año 1 d. C en adelante: apaches, comanches, iroqueses, sioux, etc. Por su parte, este mismo tipo de tribus se extendía desde las llanuras pampeanas y del Chaco hasta el Caribe, pasando por las densas selvas amazónicas hasta los llanos del Orinoco: guaraníes, tupinambas, jíbaros, yanomamis o caribes entre otros. Pueblos de mayor tradición agraria se localizaban al norte de México (chichimecas) y en Colombia (chibchas).
Caso aparte son las tres grandes civilizaciones de estados esclavistas, politeístas, con excelentes creaciones artísticas y culturales: aztecas (meseta central de México), mayas (selvas de Centroamérica) e incas (entre los altiplanos andinos y el pacífico).
Este será el gran mosaico de pueblos amerindios que entrarán en contacto con occidente y que se verá irreversiblemente abocado al mestizaje, a veces con tintes dramáticos.